El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), socio de FSC, ha recibido el premio Fundación BBVA de "Conservación de la Biodiversidad en España" por sus 35 años de trabajo en favor de los ecosistemas cantábricos.
La XIV edición de estos importantes premios también galardonó al Instituto Jane Goodall y al cineasta Joaquín Gutiérrez Acha. En la gala de entrega de los premios se reconoció el "poder inspirador y transformador de actitudes" de los seleccionados, además de su esfuerzo por la conservación de ecosistemas y especies. Los tres premiados reclamaron un mayor compromiso colectivo e individual para afrontar la actual crisis ambiental.
El premio a FAPAS reconoce la amplia trayectoria de esta asociación nacida en Asturias en 1982, cuando un grupo de amigos se propusieron frenar la desaparición de poblaciones de buitres en los Picos de Europa. FAPAS es hoy una de las agrupaciones más activas en la conservación de las especies más representativas de los ecosistemas cantábricos, entre ellas el oso pardo cantábrico y el lobo.
Su labor se basa en un profundo conocimiento del medio, de sus habitantes y de las relaciones de interdependencia que entablan. Para obtenerlo ha sido crucial el uso pionero por parte de FAPAS de una tecnología relativamente sencilla, pero muy eficaz: el fototrampeo, cámaras fotográficas que se activan automáticamente cuando la fauna pasa ante el objetivo.
FAPAS empezó a instalarlas a principios de los noventa, y cuenta ya con más de un centenar de cámaras automáticas que vigilan el territorio las 24 horas al día. Sus miles de fotos han documentado hallazgos con grandes implicaciones para la conservación, como el de que los osos cantábricos comen carroña cuando salen de la hibernación, y que cuando esta fuente de alimento falta crecen también los conflictos con los apicultores, pues los osos atacan algunas veces las colmenas en busca de proteínas.
FAPAS es además la organización que alertó de la dramática disminución en las poblaciones de abejas en la cordillera cantábrica, un problema ambiental y económico considerado hoy de primera magnitud a escala global. Las abejas sufrían el azote de un ácaro parásito introducido por abejas asiáticas importadas a Europa, y también el abandono progresivo de la apicultura de montaña, una práctica milenaria en la comarca. FAPAS lanzó iniciativas que a lo largo de estos años han logrado fortalecer la polinización en los ecosistemas de montaña, beneficiando a la vez a las abejas, los osos y los apicultores.