Quienes tengan ya unos añitos recordarán esos cuadernos azules y amarillos que nos acompañaron en nuestros primeros pasos en la caligrafía y el cálculo. Trazando frases como “Mi mamá me mima” muchos niños pasaron las tardes de verano, o calculando las sumas y las restas de los pulcros cuadernos de aritmética. La historia de Cuadernos Rubio es, ante todo, el empeño de un hombre que supo transformar las contrariedades en oportunidad y facilitar el acceso de todos al aprendizaje.

Ramón Rubio nació hace algo más de un siglo en Geldo (Castellón) en 1924, y aunque inició su carrera profesional en la banca, encontró su verdadera vocación en la enseñanza. Su inquietud y deseo de ayudar a los demás lo llevaron, a los 25 años, a fundar la Academia Rubio en Valencia, por la que en su día llegaron a pasar más de 3.500 alumnos.

Fue precisamente en esta academia donde nacieron los primeros Cuadernos Rubio, basados en compilaciones de fichas elaboradas por Ramón y destinadas a mejorar la caligrafía y la agilidad en el cálculo. Surgían así, en 1956, los famosos cuadernos que, en sus comienzos, el propio Ramón imprimiría en su casa de forma artesanal.

 

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De izquierda a derecha, Ramón Rubio; reproducción de un cuaderno original de caligrafía editado en 2024 con motivo del nacimiento del fundador; y celebración de final del curso 1957-1958 de la Academia Rubio (Fotos cedidas ©Rubio).

 

Unos duros comienzos

Sin embargo, los inicios de esta aventura no fueron fáciles. Ramón llamaba a las puertas de los colegios de toda España y hablaba con los profesores explicándoles los beneficios de su material didáctico. Pero entonces los docentes no supieron entender su método: fueron los alumnos y su propio progreso los que hablaron por sí solos. En poco tiempo, se demostró que quienes usaban estos cuadernos empezaban a destacar entre sus compañeros de aula.

A lo largo de los años, Rubio ha sabido adaptar su metodología a las nuevas generaciones. Sus contenidos se renuevan conservando siempre el espíritu pedagógico de sus inicios, una educación accesible inspirada en el lema: “hacer fácil lo difícil”. Además, las características ilustraciones y patrones geométricos han servido de inspiración para todo tipo de productos. Hoy el catálogo de Rubio incluye colecciones adaptadas a públicos de todas las edades y necesidades formativas: cuadernos de cálculo, caligrafía, inglés, pasatiempos, cuentos infantiles....

La sostenibilidad, de la mano de FSC

La historia de superación de Ramón Rubio se ha materializado en una empresa que ha sabido adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Desde su creación, Rubio ha editado más de 325 millones de cuadernos y vende una media anual de cuatro millones de ejemplares. Además, según palabras de Enrique Rubio, hijo del fundador de la editorial y actual presidente: “Para nosotros es importante el impacto de lo que hacemos en todos los ámbitos; queremos dejar una huella positiva, incluida la medioambiental”. Por ello, permanecen fieles a este compromiso: desde 2010, todos los Cuadernos Rubio se fabrican con papel certificado FSC.

"Dentro de nuestra política de RSC, que juega un papel destacado en la editorial, queríamos ir de la mano de  una entidad tan reconocida como FSC", señala Enrique Rubio.

Para nosotros es un imprescindible, por esto toda nuestra producción cuenta con la certificación. Todo papel que consumimos, que es nuestra principal materia prima, proviene de bosques certificados que a través de FSC garantizan una gestión forestal responsable. Es una política que adoptamos tanto para el mercado nacional como para el internacional

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De izquierda a derecha, Enrique Rubio -hijo del fundador y actual presidente de la editorial, en su flagship en Valencia-; interior de un cuaderno de caligrafía; y ejemplo de nueva publicación destinada a las primeras lecturas (Fotos cedidas ©Rubio).

 

Además, la nueva sede de Rubio, en Paterna, no solo es símbolo de modernidad y expansión, sino también de compromiso con el entorno: la compañía obtiene el 60% de su energía del sol gracias a una instalación de 100 kW de placas solares, reforzando así su apuesta por la eficiencia energética. El edificio, de más de 10.000 m², es un homenaje a su fundador, diseñado bajo la inspiración del brutalismo y las formas geométricas que evocan los primeros pasos en la lectoescritura. En su interior, se reúnen oficinas, imprenta y el Museo Ramón Rubio, que invita a recorrer la historia de la marca y sus humildes orígenes.